Esta frase de Albert Szent-Gyorgyi refleja una realidad conocida por todos, que el agua es esencial para cualquier ser vivo en cualquier parte del mundo.
Vemos como esta necesidad se manifiesta en un uso constante del agua, en muchos aspectos de nuestro día a día, como beber, cocinar, limpiar, para nuestra higiene personal, e incluso muchas veces la utilizamos para actividades de ocio, como piscinas, parques acuáticos…
Sin embargo, algo que para nosotros es tan normal y cotidiano como abrir un grifo y disponer de agua instantáneamente, fría o caliente, para los habitantes de la región de Rasuwa se convierte en un reto diario.
¿Cómo cambiaría nuestra vida si tuviéramos que dedicar gran parte de nuestros días a buscar, cortar y transportar leña?
¿Y si dependiéramos de la leña que recogemos para tareas como calentar agua, cocinar, ducharnos…?
Todos los días, las mujeres y niños de la etnia Tamang son los encargados de desplazarse hasta los bosques que rodean sus aldeas, en busca de leña, que cortan, trocean y después tienen que cargar a sus espaldas de vuelta a sus casas.
Las tareas del hogar como la cocina, la limpieza o la higiene personal dependen del agua caliente, por lo que necesitan una hoguera encendida todos los días, todo el tiempo.
Esta dependencia de la leña no solo causa problemas a los habitantes de la región, sino que es perjudicial para el medioambiente, ya que la tala de árboles constituye un problema de deforestación en los bosques colindantes a los pueblos. Todo esto se añade además a la gran cantidad de emisiones que se generan por los fuegos encendidos continuamente.
Desde Yo Mismo Sin Fronteras, a través de nuestro proyecto Soles de Tamang, estamos dispuestos a llevar una solución sostenible a esta región, que nos permita ayudar a las mujeres y niños a tener mejores vidas, y que contribuya además a cuidar y proteger el medioambiente.
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